miércoles, 8 de noviembre de 2017

IGNORANCIA, BASE CULTURAL DE LA CORRUPCIÓN

noviembre 6, 2017 @ 6:30 am

En México se culpa al político de la corrupción, sin embargo, ella nace del propio pueblo; El modelo del cangrejo; Nuestra cultura de omisión de leyes.

Santo Tomas de Aquino en el Tratado sobre el Gobierno nos entrega una lapidaria frase que es necesario reflexionar para despertar en el mexicano la reflexión y la autocrítica.

Dios enviará malos gobernantes a los pueblos pecadores”. En este sentido confirma el poeta inglés William Blake. “Cada pueblo tiene los gobernantes que merece”.
Por lo tanto, ¿Cuál es el pecado que infesta de corrupción a nuestra sociedad? ¿Por qué los mexicanos somos merecedores de nefastos gobiernos? ¿Acaso, nos encontramos históricamente condenados a seguir sufriendo estos embates para continuar rezagados en el subdesarrollo, en el caos, en el constante retroceso de la ignorancia lacerante?

La respuesta a estos cuestionamientos no es tarea sencilla porque significa enfrentarnos ante el espejo como pueblo y Nación. Lo cual, no es fácil cuando se ha conformado una cultura que se resume en el dicho popular; “El que no tranza, no avanza”.
Precisamente, sobre estos aspectos, se refiere en la “Historia General de México” editado por el Colmex, un episodio poco recordado en nuestro país. Nos referimos a la intervención yanqui de 1846-1848 cuando la bandera norteamericana fue puesta a ondear en Palacio Nacional. En aquel momento, en Washington se discutió, sí era conveniente integrar a México como una estrella más de la Federación Americana. Muy cerca estuvimos de ser parte de los Estados Unidos Americanos. Sin embargo, se impuso el argumento entre los senadores de aquel país del norte quienes denunciaban que los mexicanos somos por base ingobernables por carecer de una educación enfocada al respeto de la Ley. Finalmente, de aquí se dejó marcado que a “México no se le domina directamente mediante su política sino a través por sus mercados”.

La diferencia entre la independencia norteamericana y la mexicana es que la primera los Founding Fathers en particular Jefferson, Willson, Pain, Hamilton después de acabada la guerra procuraron el diseño de un sistema educativo centrado en otorgar al ciudadano las bases de interpretación de las leyes a fin de procurar la armonía social y su detonante económico. En última instancia un sentido común cívico que evita las conductas animales primarias para resolver los problemas de convivencia. En cambio, en México una vez lograda la independencia, no se procuró tal diseño sino al contrario una lucha de facciones que continua hasta la actualidad donde más bien se ha fomentado el paradigma entre la clase gobernante que el “pueblo ignorante es controlable”.
Aún hay más, en la segunda intervención francesa después de la expulsión de los ejércitos invasores y el fusilamiento de Maximiliano quedo ante la comunidad internacional el modelo del mexicano como cangrejo. Así se referían franceses, belgas, austriacos a que el mexicano es un cangrejo en un cubo donde ninguno permite que salga adelante su destreza para salir de esa situación que le aprisiona.
De esta manera, podemos ver los resultados en las calles cada día. Una ignorancia multidimensional de mexicanos contra mexicanos. De un país donde las leyes son letra muerta. Por ejemplo, a pesar de contar con una infinidad de reglamentos para regular el comercio, o la salubridad en alimentos preparados, ni la autoridad, ni los ciudadanos tomamos en consideración. Por ello, nuestras vías de alta velocidad como es el caso del Periférico desde los Pinos hasta Polanco se encuentra plagado por un mercado ambulante que ofrecen cigarros, refrescos, gorditas de nata, espejos,  hasta mapas para no perderse en las horas pico. Que decir de los hospitales públicos donde se venden alimentos en zonas de riesgo de infecciones. Ningún ciudadano reflexiona la situación por carecer de bases educativas en el Imperio de la Ley que cada peso que se entrega a este comercio irregular y desleal se concentra en la corrupción. Con ello, se paga la protección del hampa como también a funcionarios corruptos e incluso son llave de acceso a puestos políticos como regidores, diputados, delegados o presidentes municipales. En este sentido, el ciudadano no es una víctima sino el máximo corruptor del sistema que esconde la mano tras lanzar la piedra.
Lo interesante, en todo este juego dialéctico entre corruptor y corrompido es que todos quieren dinero y mejores condiciones económicas en la inmediatez del momento, sin embargo, son incapaces de comprender que la mayor derrama económica se encuentra en un proyecto de mediano y largo plazo precisamente en la educación y en el respeto de las leyes.
Finalmente, dejo a la reflexión del lector las siguientes preguntas: ¿Cuántas horas hombre estamos dispuestos a seguir gastando por el colapso de nuestras vías de comunicación debido a nuestra cultura de omisión de leyes y reglamentos? ¿Cuántas más generaciones condenaremos a la ignorancia, la corrupción y el rezago ante el mundo? acaso, ¿El mexicano seguirá siendo sinónimo de corrupción ante la comunidad internacional?

recuperado el 8 de noviembre de 2017

sábado, 23 de septiembre de 2017

El puño en alto; 19 septiembre, estas para excluirte de mi calendario



EL PUÑO EN ALTO

Juan Villoro
22 Sep. 2017

Eres el lugar donde recoges
la basura.
Donde los rayos caen
en el mismo sitio.
Porque viste el primero,
esperas el segundo. Y aquí sigues.
Donde la tierra se abre

y la gente se junta. 

Otra vez llegaste tarde:
estás vivo por impuntual,
por no asistir a la cita que
a las 13:14 te había
dado la muerte,
treinta y dos años después
de la otra cita, a la que
tampoco llegaste
a tiempo. 
Eres la víctima omitida. 
El edificio se cimbró y no
viste pasar la vida ante
tus ojos, como sucede
en las películas. 
Te dolió una parte del cuerpo
que no sabías que existía:
La piel de la memoria,
que no traía escenas
de tu vida, sino del
animal que oye crujir
a la materia. 
También el agua recordó
lo que fue cuando
era dueña de este sitio. 
Tembló en los ríos. 
Tembló en las casas
que inventamos en los ríos. 
Recogiste los libros de otro
tiempo, el que fuiste
hace mucho ante
esas páginas. 
Llovió sobre mojado
después de las fiestas
de la patria,
Más cercanas al jolgorio
que a la grandeza. 
¿Queda cupo para los héroes
en septiembre? 
Tienes miedo. 
Tienes el valor de tener miedo. 
No sabes qué hacer,
pero haces algo. 
No fundaste la ciudad
ni la defendiste de invasores. 
Eres, si acaso, un pordiosero
de la historia. 
El que recoge desperdicios
después de la tragedia. 
El que acomoda ladrillos,
junta piedras,
encuentra un peine,
dos zapatos que no hacen juego,
una cartera con fotografías. 
El que ordena partes sueltas,
trozos de trozos,
restos, sólo restos. 
Lo que cabe en las manos. 
  
El que no tiene guantes. 
El que reparte agua. 
El que regala sus medicinas
porque ya se curó de espanto. 
El que vio la luna y soñó
cosas raras, pero no
supo interpretarlas. 
El que oyó maullar a su gato
media hora antes y sólo
lo entendió con la primera
sacudida, cuando el agua
salía del excusado. 
El que rezó en una lengua
extraña porque olvidó
cómo se reza. 
El que recordó quién estaba
en qué lugar. 
El que fue por sus hijos
a la escuela. 
El que pensó en los que
tenían hijos en la escuela. 
El que se quedó sin pila. 
El que salió a la calle a ofrecer
su celular. 
El que entró a robar a un
comercio abandonado
y se arrepintió en
un centro de acopio. 
El que supo que salía sobrando. 
El que estuvo despierto para
que los demás durmieran. 
  
El que es de aquí. 
El que acaba de llegar
y ya es de aquí. 
El que dice "ciudad" por decir
tú y yo y Pedro y Marta
y Francisco y Guadalupe. 
El que lleva dos días sin luz
ni agua. 
El que todavía respira. 
El que levantó un puño
para pedir silencio. 
Los que le hicieron caso. 
Los que levantaron el puño. 
Los que levantaron el puño
para escuchar
si alguien vivía. 
Los que levantaron el puño para
escuchar si alguien
vivía y oyeron
un murmullo. 
Los que no dejan de escuchar.